Ecuador ha puesto fin a tres lustros de populismo de izquierdas, especialmente con los Gobiernos de Rafael Correa entre 2007 y 2017 y en menor medida durante los últimos cuatro años con el más moderado Lenín Moreno. El artífice de este giro que sorprendió a las encuestas es el conservador Guillermo Lasso (66 años), un hombre de negocios de Guayaquil –en la costa, la zona del país con más actividad económica y comercial–, miembro reconocido del Opus Dei, gran amigo del ex presidente español José María Aznar y del actual líder del Partido Popular, Pablo Casado –ambos asistieron a su reciente investidura–, presidente del Banco Guayaquil durante dos décadas (1994-2012) y con experiencias de gestión muy fugaces como gobernador de la provincia de Guayas apenas un año (1998-1999), justo después ministro de Finanzas durante unas semanas y embajador itinerante unos meses en 2003. Ha conseguido ser presidente de su país a la tercera, tras intentarlo sin éxito en 2013 y 2017.
Sin duda, su perfil personal y trayectoria profesional marcarán la agenda económica del nuevo presidente, que asume uno de los países de toda América donde más ha crecido la pobreza extrema desde el inicio de la pandemia, en el caso de Ecuador casi el doble: del 7,2% al 13%. Además, un tercio de la población tiene ingresos por debajo del umbral de la pobreza, especialmente en el entorno rural, donde este problema afecta al doble de ecuatorianos (48%) que en la ciudad (25%), y cuatro de cada diez tienen problemas para comer a diario.
PRINCIPALES MEDIDAS ECONÓMICAS
Para revertir esta situación, Lasso propone un modelo económico totalmente contrario al que Correa impuso en la década 2007-2017 y que su sucesor (Lenín Moreno) moderó durante los cuatro últimos años. El programa del nuevo presidente, que pasó a segunda vuelta por un puñado de votos y que dio la sorpresa remontando en pocas semanas la gran ventaja que las encuestas daban al correísta Alberto Arauz, es puramente liberal y conservador, como demuestran sus principales propuestas, entre ellas:
- Prioridad absoluta por reducir el paro (60%), con 7 de cada 10 ecuatorianos en la informalidad o el desempleo. Promete crear 2 millones de puestos de trabajo durante su mandato con una Reforma Laboral para flexibilizar la contratación.
- Aumentar el salario mínimo de 400 a 500 dólares mensuales.
- Duplicar la producción de petróleo hasta un millón de barriles diarios (530.000 ahora).
- Privatizar tres refinarías del país por su baja productividad.
- Privatizar otros sectores como minería o telecomunicaciones (servicio deficiente).
- Liberalizar el sector financiero atrayendo bancos extranjeros y liberalizando también los mecanismos de ahorro privado para la Seguridad Social.
- Fomentar acuerdos de libre comercio con las mayores economías del mundo (Estados Unidos, China, India, Europa, Corea del Sur).
- Simplificar la burocracia y la regulación para facilitar la creación de empresas.
- Reducir la Deuda Pública recortando el gasto público y el tamaño del Estado.
- Luchar contra la corrupción con medidas como, por ejemplo, mejorar la transparencia en la contratación pública.
- Simplificar y reducir impuestos.
SIN MAYORÍA PARLAMENTARIA
Hay que tener en cuenta que la victoria de Lasso se explica no tanto porque la sociedad ecuatoriana haya girado electoralmente al centro-derecha como por el hecho de que, al pasar a segunda vuelta, era la única opción para acabar con el populismo de Correa y su candidato Arauz: prueba de ello es que el 70% de los votos de la primera vuelta –que reflejan de forma más directa y precisa las preferencias ideológicas del electorado de cualquier país– fueron a formaciones de izquierda, lo que indica que la base sociológica en la que se apoya la victoria electoral de Lasso es mucho más izquierdista de lo que representan el propio presidente y su partido (CREO), que no tiene mayoría absoluta en la Asamblea Nacional ni siquiera con el Partido Social Cristiano, su socio electoral del centro-derecha tradicional, por lo que Guillermo Lasso ya ha empezado a buscar apoyos en otros partidos fuera del correísmo como el socialdemócrata Izquierda Democrática o el indigenistas Pachukutik, que además preside la Asamblea Nacional.
GOBIERNO CONSERVADOR, ELECTORADO DE IZQUIERDA
En esa estrategia de Lasso por ampliar el espectro ideológico de su Gobierno encaja también otro gesto muy significativo, como nombrar ministro de Economía y Finanzas a un ex funcionario del Banco Central de Ecuador y del Fondo Monetario Internacional cercano a posiciones socialdemócratas como Simón Cueva. Y es que, como apuntan expertos y analistas, las necesidades del país son tan acuciantes que el nuevo presidente necesita que la sociedad ecuatoriana empiece a percibir mejoras cuanto antes, como la promesa de vacunar a 9 millones de personas –la mitad de la población– en poco más de tres meses. De lo contrario, un presidente y un Gobierno conservadores pueden perder muy pronto la confianza de un electorado que mayoritariamente sigue siendo de izquierdas y que confío en Lasso más por antipatía a Correa que por simpatía hacia él.