Chile, Colombia…. ¿y ahora Brasil?

Lo que está ocurriendo en dos países de América de Sur tan importantes como Chile y Colombia es consecuencia de varios factores, entre ellos el hartazgo que los ciudadanos han decidido trasladar a las calles de forma masiva y contundente, que además en el caso de Chile ya ha empezado a reflejarse en las urnas, donde el castigo a los políticos y sobre todo a los partidos tradicionales se traduce en resultados muy significativos.

Así ha quedado de manifiesto en las recientes elecciones para elegir a los 155 miembros de la Asamblea Constituyente que durante el próximo año debe reformar la Constitución chilena desde la dictadura de Pinochet, aunque modificada varias veces tras recuperar la democracia en 1990. Esta fue la propuesta del Gobierno del conservador Sebastián Piñera para dar una salida a la crisis nacional que estalló en 2019 con protestas masivas por el deterioro socioeconómico de un país que en las últimas décadas fue siempre un ejemplo de progreso social y prosperidad económica en toda América Latina.

UN COMUNISTA, FAVORITO EN CHILE

Otra prueba de lo anterior es que el primer favorito en las encuestas para las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre es Daniel Jadue, el alcalde comunista de Recoleta ­–un distrito de la capital con 160.000 habitantes– que estaría rondando el 20% de apoyos, lo que supondría el mejor resultado en la historia del Partido Comunista de Chile (PCCh), superando incluso el que logró hace medio siglo para formar parte del Gobierno del socialista Salvador Allende.  Algo similar puede ocurrir en los próximos días en el vecino Perú, donde otro candidato de izquierda radical y no tradicional como Pedro Castillo también llega como favorito ­–aunque cada día más ajustado– a las elecciones presidenciales del próximo domingo 6 de junio.

EL DETONANTE FISCAL DE COLOMBIA

En el caso de Colombia, el detonante ha sido la reforma fiscal exigida por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para que el país tenga acceso a préstamos que le ayuden a recuperar una economía muy afectada por el COVID. El hartazgo esta latente. La gente se cansó de que todo cambie para que todo siga igual: pobreza, ausencia de futuro, desempleo o corrupción que se traducen en desesperanza y frustración. Si a eso le sumamos una represión policial excesiva a las protestas y la llegada de 2 millones de venezolanos que huyen de la realidad de su país y a los que hay que prestar atención social y sanitaria, todo ello aumenta el grado de tensión.

¿PRÓXIMA PARADA, BRASIL?

El próximo país de Sudamérica por el que se puede extender esta ola de protestas es Brasil, donde ya hayan empezado a organizarse movilizaciones contra el Gobierno de Bolsonaro, aunque todavía sin el alcance ni la gravedad de lo ocurrido en Chile y Colombia. No obstante, el patrón es el mismo en los tres casos: estallidos sociales contra Ejecutivos conservadores y protestas masivas que ya no lidera ni controla la izquierda tradicional de cada uno de esos países, aunque sí intenta aprovechar la inercia para las elecciones constituyentes que se acaban de celebrar en Chile y las presidenciales de Colombia y Brasil previstas para el próximo año.

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